Mariana Onofri y Adán Giangiulio, ambos oriundos de Lavalle (Mendoza) y pareja desde la adolescencia, comparten una profunda pasión por el vino. Juntos dieron inicio a un proyecto pionero en su zona, enfocado en la elaboración de vinos a partir de cepas no tradicionales, como Pedro Giménez (la variedad blanca más plantada en Argentina), Monastrell y Teroldego, entre otras.
Desde el comienzo, adoptaron un enfoque sustentable y de mínima intervención, tanto en el viñedo como en la bodega. Sus vinos se elaboran en microvinificaciones, con muy poco uso de madera, priorizando siempre la expresión genuina del lugar y la variedad. Además, el proyecto busca revalorizar viñedos antiguos, regiones históricas y uvas criollas o poco exploradas.
El reconocimiento que obtuvieron los motivó a expandir su propuesta a una zona completamente distinta: Los Chacayes, en el Valle de Uco. Allí replicaron su filosofía de trabajo, logrando vinos con perfiles distintos, marcados por la identidad de esa región de altura.
En definitiva, Alma Gemela es una excelente puerta de entrada para descubrir cepas no convencionales en versiones auténticas, elaboradas con respeto por el origen, ideales para quienes buscan vinos con historia, identidad y frescura.
La Carignan (también conocida como Cariñena, Mazuelo o Carignano) es una variedad tinta de origen español, más específicamente de la región de Aragón, aunque históricamente se ha asociado también al sur de Francia, donde fue una de las variedades más plantadas del siglo XX.
Su nombre cambia según el país: Cariñena en España, Carignan en Francia, Carignano en Italia (principalmente en Cerdeña), y Mazuelo en algunas regiones de Rioja. Se trata de una cepa rústica, resistente a la sequía y muy adaptable a climas cálidos, ideal para suelos pobres.
En Argentina, la Carignan sigue siendo una variedad minoritaria, con apenas 4,5 hectáreas plantadas según el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura, datos 2023). Las pocas experiencias se concentran en Mendoza, principalmente en zonas cálidas como Lavalle, donde bodegas como Onofri Wines apuestan por esta cepa dentro de su proyecto Alma Gemela, elaborando vinos de mínima intervención y crianza en huevos de concreto.
Estas vinificaciones resaltan su perfil frutado, floral y especiado, con taninos tensos pero amables, alejados del estilo rústico de antaño.